viernes, 14 de agosto de 2015

Perdóname por Estremecer

Perdóname por estremecer, por no tener calma; 
no es lo mismo abrazarte, que abrazarte con el alma.

Tanto tiempo sin verte, me devoró la ansiedad;
por fuera soy indolente, por dentro ruina y soledad.

...como un solo toque de tu piel me produce tanta eternidad.



Eber Helí
agosto 14, 2015

miércoles, 29 de julio de 2015

" Dispárame, pero con balas de plata, porque este deseo salvaje que te tengo me hace parecer todo un animal. Dispárame, aunque sé que tiras a fallar, porque me esquivas en el día pero en las noches te siento suspirar."
Eber Ureña 28 de julio 2015

sábado, 9 de marzo de 2013

" Tantos gimnasios en el mundo
y tu corriendo por mis venas "

Aporte de Sugey desde Panamá

sábado, 2 de marzo de 2013


Resolución en la vorágine


por Eber Ureña (enero 24, 2013)


No falla el que se entrega por amor sincero y es despreciado, aunque fuese por un segundo; más pierde el que le pasó el amor por enfrente y lo desechó, se perdió de vivirlo.
Por eso hay que vivir cada segundo y agradecer al Creador al mismo tiempo; porque el futuro es el resultado de lo que hagamos en este instante, el aquí, el ahora.

Por eso hay que sentir, vibrar y gozar cada aspecto positivo, porque cada milímetro de piel tiene vida.

Porque así como uno nace, así uno se va. Solo valen los momentos que llenan el alma, el corazón y el espíritu.
De lo contrario solo existiese en el universo una sola alma. Quiso la Divinidad que siempre sintiéramos la necesidad de estar con alguien a nuestro lado.

Prefiero morir de amor en un solo instante que vivir para siempre sin nunca haber amado.

Por eso es mejor tener la pasión de una vorágine.
Es mejor ser como un vendaval que así como viene se va, y bajo su fugitivo paso deja talladas sus caricias.
Es mejor ser como una ráfaga sincera que así como viene se va, y bajo su corriente dejarse llevar.
Es mejor ser como el huracán que así como viene se va, y bajo su transitorio paso deja grabadas sus huellas.

Procurando que la mayoría de las huellas sean buenas. Procurando, procurando, porque no es tarea fácil.
Cuando la pasión impera pierden su brújula la sensatez, la cordura, la razón, la prudencia, la vergüenza y hasta el pudor.

Y cuando se tiene instinto de huracán,  por más breve que sea el periodo, arrasa con toda alma que esté a su paso.
Breve periodo, breve periodo. Crudo pedazo de fracción en el tiempo revestido de auge, de clímax, de éxtasis y de efervescencia, pero no absuelto de convulsión, de perturbación, de dolor.
Precioso intervalo geométrico cuyas medidas comprenden desde aquel anciano que me reveló: “uno nunca termina de aprender, ni de amar” hasta aquella doncella que me enseñó: “los besos no se piden, se roban”.

Amor de ángel caído

por Eber Ureña (enero 11, 2013)

Recuerda que provenimos de un mismo origen, del mismo núcleo, de un mismo epicentro, de la misma pureza, de la esencia de la pasión, del néctar del amor y del soplo de vida.
Que nacimos juntos y por la Divinidad misma fuimos esparcidos, al azar, en esta travesura llamada Vida, cuyo reto es reencontrarnos, casi olfateándonos, rebotando magnéticamente, retornando como medias naranjas al árbol, como medias gotas al mar, como cenizas al fuego y como polvo a la tierra.

Por el efecto casi inicuo de lo terrenal se nos nubla la memoria y cada tropiezo con alguien se nos hace la pareja correcta, o caso contrario a la correcta la despreciamos, más por el afán de no quedar solitarios, más por el temor de no encontrar el camino de vuelta, pasaje que precisa grata compañía por la travesía tosca y agreste, o sucumbir ante la ambición de pecar quedándonos solo por el apetito de poseerla.

Y es que en el desierto de la soledad es fácil despistarse, más puede la penumbra de la tentación tangible que la luminosidad que brinda solo la búsqueda del amor verdadero.

Y así nos reencontremos o no en esta Vida, igualmente estaremos juntos al final, porque está prometido que regresaremos al mismo origen, donde la paz retoza eterna, el amor es sujeto y predicado, donde la pasión es causa y efecto.

Ya que dentro de la luz verdadera todos somos uno y en uno solo nos volvemos, en el universo eterno y fértil de la Divinidad entonces sería un pecado no tenerte.