Amor de ángel caído
por Eber Ureña (enero 11, 2013)
Recuerda que provenimos de un mismo origen, del mismo núcleo,
de un mismo epicentro, de la misma pureza, de la esencia de la pasión, del
néctar del amor y del soplo de vida.
Que nacimos juntos y por la Divinidad misma fuimos esparcidos, al azar, en esta travesura llamada Vida, cuyo reto es reencontrarnos, casi olfateándonos, rebotando magnéticamente, retornando como medias naranjas al árbol, como medias gotas al mar, como cenizas al fuego y como polvo a la tierra.
Que nacimos juntos y por la Divinidad misma fuimos esparcidos, al azar, en esta travesura llamada Vida, cuyo reto es reencontrarnos, casi olfateándonos, rebotando magnéticamente, retornando como medias naranjas al árbol, como medias gotas al mar, como cenizas al fuego y como polvo a la tierra.
Por el efecto casi inicuo de lo terrenal se nos nubla la
memoria y cada tropiezo con alguien se nos hace la pareja correcta, o caso
contrario a la correcta la despreciamos, más por el afán de no quedar
solitarios, más por el temor de no encontrar el camino de vuelta, pasaje que
precisa grata compañía por la travesía tosca y agreste, o sucumbir ante la
ambición de pecar quedándonos solo por el apetito de poseerla.
Y es que en el desierto de la soledad es fácil despistarse,
más puede la penumbra de la tentación tangible que la luminosidad que brinda
solo la búsqueda del amor verdadero.
Y así nos reencontremos o no en esta Vida, igualmente
estaremos juntos al final, porque está prometido que regresaremos al mismo
origen, donde la paz retoza eterna, el amor es sujeto y predicado, donde la
pasión es causa y efecto.
Ya que dentro de la luz verdadera todos somos uno y en uno
solo nos volvemos, en el universo eterno y fértil de la Divinidad entonces
sería un pecado no tenerte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario